Este texto –elaborado cuando la CVR estaba a mitad de su trabajo- fue presentado como una Tesina de Doctorado en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Sin embargo, no se ocupa tanto en fundamentar el lugar jurídico de la CVR cuanto en aportar a que desempeños como los de las Comisiones de la Verdad impulsen esa suprema empresa jurídico cultural que consiste en construir un mundo fraterno, con la educación de los sentimientos y la organización de la vigilancia social a favor de los Derechos Humanos.

Cuando alguna persona o grupo considera a otros como inferiores,

o elige perseguir intereses particulares que sólo son realizables a costa de otras personas,

si alcanza el poder suficiente

impondrá un derecho discriminador.

Por el contrario, cuando alcanzan poder suficiente

las personas que han logrado sentir a toda otra “una de nosotros”

y considerarla con iguales derechos,

entonces abren paso a un derecho igualitario, como el de la Declaración Universal,

al ejercer vigilancia efectiva sobre el respeto a los Derechos Humanos.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú

-aun cuando en sí misma no tenga poder legislativo

ni la potestad de otorgar directamente reparaciones económicas, procesar o sancionar

a los responsables de crímenes y violaciones a los derechos humanos-

puede contribuir a la implantación de este tipo de derecho, el derecho igualitario,

impactando la cultura en una doble vía complementaria, personal y colectiva:

con la educación de los sentimientos hacia la fraternidad y

con la promoción de formas efectivas de vigilancia social sobre el respeto a los Derechos Humanos.