En ese sentido, la CVR señala que es necesario considerar de manera especial frente a las situaciones de violencia sexual la relación que existe entre la guerra, la masculinidad y la violencia, ya que los estudios realizados sobre las guerras y conflictos evidencian que funciona un código que consiste en denigrar al enemigo feminizándolo. Sin embargo, ello no es posteriormente utilizado en la construcción del relato ni en el análisis de los hechos. Así, al optar por demostrar solo de qué manera las mujeres resultaron víctimas durante el conflicto armado, la CVR utiliza la categoría de género de una manera bastante más descriptiva que analítica y relacional. Por ejemplo, en el capítulo sobre violencia sexual, solo da cuenta de los casos en que las mujeres aparecen como víctimas, colocando como tortura aquellos crímenes sexuales en que las víctimas son varones, manteniéndolos en la invisibilidad y negando una de las dimensiones de género del conflicto armado. Si bien las mujeres son a menudo las víctimas de la violencia sexual, no se debe negar que los hombres también pueden serlo. En realidad, al margen del señalamiento de las víctimas y del delito en sí, se trata de identificar casos que permitan construir una interpretación más útil y comprensiva del fenómeno. es necesario advertir que los testimonios presentados en este documento han sido obtenidos en su mayoría de la revisión del acervo documentario transferido por la CVR a la Defensoría del Pueblo, aunque muchos de ellos no forman parte

del Informe final. Estos testimonios no constituyen una muestra representativa de la violencia sexual sufrida por los hombres durante el conflicto armado interno, pues –como se sabe– en situaciones como la vivida resulta improbable conocer las dimensiones objetivas en términos cuantitativos; sin embargo, es suficiente para iniciar una reflexión al respecto y contribuir a colocar el tema en la esfera del debate.