Los testimonios que aquí se presentan provienen de mujeres sentenciadas por terrorismo y detenidas en el penal de Chorrillos. No está en cuestión en ellos la culpabilidad o inocencia de las testimoniantes: hay quienes reconocen haber estado vinculadas a grupos subversivos, hay quienes lo niegan. Lo que unifica y hace relevantes estos testimonios es que dan cuenta de torturas y maltratos sufridos en el momento de su detención, en el proceso de investigación y juzgamiento, en las condiciones carcelarias que han tenido que afrontar.

No es la primera vez que salen a la luz testimonios sobre tortura en el Perú.  Hace casi dos décadas se publico un estudio sobre la tortura en los años iniciales de la década de 1980, en una zona del país ajena en ese momento a cualquier incidencia de la violencia subversiva: Chimbote. Lo que allí se denunciaba no era un conjunto de prácticas ocasionales o atípicas. Se trataba de un patrón de comportamiento cuasi institucionalizado entre las fuerzas del orden que, mas allá de las denuncias como las del libro en mención, alcanzaría su zenit en los años posteriores.