Miles de personas en todo el mundo están en prisión a causa de sus convicciones. Muchas están recluidas sin haber sido acusadas ni llevadas a juicio. La tortura y las ejecuciones están muy extendidas. Hombres, mujeres y niños han desaparecido en muchos países tras haber sido detenidos oficialmente, mientras que otros han sido  muertos sin visos de legalidad, seleccionados y asesinados por agentes de sus propios gobiernos.

Amnistía Internacional es imparcial. No apoya ni se opone a ningún gobierno o sistema político, ni tampoco apoya o se opone necesariamente a las opiniones de los presos cuyos derechos busca proteger. Solo le preocupa la protección de los derechos humanos implicados en cada caso, al margen de la ideología del gobierno o las convicciones de las victimas.

Amnistía Internacional, como cuestión de principio, condena la tortura y la ejecución de presos perpetrada por quien sea, incluyendo grupos de oposición. Los gobiernos tienen la responsabilidad de poner fin a estos abusos, actuando en conformidad con las normas internacionales para la protección de los derechos humanos.