En el momento actual se produce en el Perú un encuentro entre las estructuras económico-sociales, generadoras de violencia (cuya capacidad ha sido potenciada por la crisis económica), y la subjetividad individual, que al recibir el impacto estructural se convierte también en una instancia generadora de violencia. Como consecuencia de este encuentro entre estructura y subjetividad individual, se generan particulares formas de socialización de la niñez y la juventud en las que la violencia juega un rol omnipresente. La violencia política que vive una amplia región de la sierra sur-central desde 1980, ha ejercido un efecto transformador sobre la vida cotidiana regional. Esta violencia, que tiene efectos  físicos y psicológicos claramente mensurables, ha puesto en peligro la supervivencia de muchas estructuras comunales, que han visto desaparecer rápidamente sus recursos humanos y materiales. Como parece obvio quienes sufren con mayor patetismo estos procesos son los niños, quienes no solo han experimentado, y en algunos casos presenciado, la destrucción física de sus familias, con todo el impacto psicológico que ello conlleva, sino que además ven casi desaparecer casi las posibilidades de una socialización constructiva.