La crítica a las noticias y es del periódico es parte de los efectos naturales que ese medio genera. Sin embargo, más allá de esa tónica, en los últimos años parece evidenciarse una desconfianza respecto a las fuentes de información periodísticas. El proceso subversivo ha cuestionado las raíces mismas del quehacer periodístico y de sus linderos democráticos.

La prensa nacional ha sido afectada por el proceso subversivo, como cualquier otra institución social. Pero su responsabilidad mayor estriba en que, a una década de inicio del problema, aún no toma la real dimensión de lo que ello significa: sigue explotando la información sobre terrorismo, catalogándola como cualquier otra materia prima de interés o de sensacionalismo; en la cobertura y tratamiento de la noticia, usa sus mismos moldes de trabajo, rectificando, en lugar de cuestionarse y superar sus añejos vicios.
Los diarios cooperan involuntariamente con objetivos estratégicos de difusión de los alzados en armas, cuando diseminan hechos que magnifican lo real, informan sin rigurosidad profesional, emplean terminología de origen subversivo en forma esnobista sin precaver sus efectos, y despliegan información con un afán crematístico o de interés particular.