No negamos el derecho que tiene la CVR de hacer prevalecer en el cumplimiento de su cometido la natural tendencia del pensamiento filosófico y político de la mayoría de sus integrantes; sin embargo, tenemos el derecho a pensar si esa ya evidente tendencia hubiera sido la misma de haberse integrado a esa comisión personas de distinto pensamiento político y filosófico.
Días previos a la presentación del informe final de la CVR, Lima sufrió de una extraña polarización, muy parecida a las antesalas electorales previas al día de votación: políticos, columnistas, periodistas, amas de casa, estudiantes, empresarios, la Iglesia, etc. buscaban cuanto medio de comunicación les era posible encontrar para brindar sus "comentarios", "opiniones", "sugerencias", "advertencias", "ruegos", "confianzas", "creencias" de un informe que por esa fecha nadie había leído (salvo, obviamente, los miembros de la CVR).
Al fin el día llegó, y a pesar de que el informe final consistía en nueve (09) tomos más anexos, horas después de presentado el documento, nuevamente los políticos, columnistas, periodistas, amas de casa, estudiantes, empresarios, la Iglesia, etc. se encargaron de no emitir sus "comentarios", "opiniones", "sugerencias", "advertencias", "ruegos", "confianzas", "creencias", si no más bien sus "críticas", "adhesiones", "rechazos" y "parabienes".